18 mayo 2008

Aquel infame día

Le dolía. Le dolía...aquella mirada inocente. Aquella mano que se despedía, sin saberlo, para siempre. Aquellos labios que le besaron por última vez. Aquel "Adiós" que ahora retumbaba en su recuerdo...Aquella espalda que fue...lo último que vio de aquel ser amado. Le dolía el corazón, el alma, la vida misma le dolía. La vida misma...

Pensaba. Pensaba que volvería para cenar. Que le vería envejecer. Que le volvería a besar. Que se volvería a despedir al día siguiente. Que no era la última despedida, el último "adiós". Que no era, si no, un simple "hasta luego". Pensaba...y le dolía.

Recordaba. Recordaba el sonido de su risa. El tacto de sus manos. La firmeza de su mirada. La melodía de su voz. La frescura de sus besos. Su espalda...recordaba solo su espalda. Lo único que quería olvidar, constantemente acosaba su recuerdo. Martilleaba su corazón y aplastaba sus ganas de vivir contra el inmenso muro del recuerdo. Ese recuerdo constante de su espalda...su espalda.

Aquel infame día...¡¡¡Aquel!!! Un ángel negro se posó sobre el hombro del ser más amado que tenía sobre la faz de la tierra. Aquel día, aquel ángel, se llevó dos almas. La que había venido a buscar...y la suya.

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