Eso mismo parecían, en aquel momento, aquellos ojos que una vez miraron en lo más profundo del ser amado. Esos ojos, que al ver llegar a su amor, se achinaban y decoraban al mismo tiempo el rostro con sus características arrugas de felicidad.
Ahora eran cristal. Un trozito de sentimiento asomó y una amargura, hasta ese momento desconocida, le invadió el corazón.
18 mayo 2008
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
0 comentarios:
Publicar un comentario